lunes, 27 de mayo de 2013

Nemo, historia de un nombre

Por qué me llamo Nemo, o me gusta llamarme Nemo, tiene mucho que ver, cómo no, con la literatura, aunque nunca supe las razones exactas por las cuales lo escogí como sobrenombre, supongo que hay cosas, las realmente importantes, para las que uno no necesita razones, simplemente las sabe.
Indagando sobre este nombre que ya guarda tantas connotaciones distintas para mí, he buscado distintos personajes reales o inventados que compartieran ese nombre, y no he encontrado ninguno nuevo a los pocos que ya conozco. Quizás alguien pueda ayudarme añadiendo algún Nemo más a la lista?

Capitán Nemo: por orden de importancia, es el primero que debe aparecer en mi lista. Ha sido un referente romántico en mi imaginario desde que era una niña. Dentro de la bibliografía de Jules Verne es quizás el único personaje complejo que aparece (la gran mayoría de los personajes de Verne son bastante planos), y el único que aparece en más de una de sus obras, haciendo un cameo en “La Isla Misteriosa” donde asistimos a su muerte-inmolación. Qué pena me dio aquél relato! Tanto imaginé y suspiré de la mano del viejo capitán misántropo, recluído por voluntad propia en su Nautilus, lejos de la raza humana, recorriendo incansablemente tanta belleza submarina. Gracias a un comic de 20.000 leguas de Viaje Submarino tengo grabadas en mi imaginario infantil las ruinas submarinas de una Atlántida deliciosa, recorrida por los buzos con escafandras-caracolas, rodeados de Gran Azul, así como la lucha contra el calamar gigante y otras grandes sorpresas sobrecogedoras a mis ojos de niña. El Capitán Nemo fue anterior a Cousteau, el Nautilus fue mi morada soñada, recorrer los fondos submarinos mi gran sueño. Tuve que esperar muchos años para poder hacerlo, y el gozo sigue siendo el mismo que el de aquella niña contemplando la Atlántida siguiendo la estela del viejo Nemo.

Si la lista fuera por orden cronológico, sería Ulises el primer Nemo en figurar en ella. Gracias a la Odisea sabemos que Ulises consiguió escapar del cíclope Polifemo diciéndole que se llamaba “Nemo”, es decir, “Nadie” (Nemo sum). “Me preguntas, Cíclope, por mí ínclito nombre. Te lo diré al punto, pero me otorgarás el don que acompaña a la hospitalidad, tal como me lo prometiste. Nadie es mi nombre. Nadie me llaman padre, madre y demás amigos.” Cuando Ulises le clavó una lanza en su único ojo y vinieron otros cíclopes en su ayuda, lo tomaron por loco cuando este les dijo “Ha sido nadie!” (o “no ha sido nadie”). Me gusta llamarme Nemo, y que Nemo signifique Nadie. No es extraño que Jules Verne lo escogiera como nombre para su mítico personaje, desaparecido de la faz de la tierra por voluntad propia (aunque haciendo de las suyas contra la armada británica desde los mundos submarinos, ah, viejo terrorista).
Hablando de desaparecidos por voluntad propia, me ha recordado Hermano E. en su comentario otro Nemo famoso, éste ya real, pero también desaparecido de la faz de la tierra, no sabemos si por voluntad propia o por accidente. Everett Ruess, cuya historia viene bastante bien contada en un capítulo del libro “Into the Wild” de John Krakauer. Tenía 20 años y esta carita de Leonardo Di Caprio en Titanic, ycuandovivía en solitario por las montañas de Utah, en inmersión extrema con la naturaleza, con sus dos burros, escribiendo y pintando acuarelas, apartado de cualquier contacto humano (es acaso extraño que firmara sus escritos como “Nemo”?), cuando desapareció un buen día no dejando más rastro tras de sí que el pequeño establo provisional construido para sus borricos. Ha habido diversas teorías sobre su muerte, una caída a un precipicio, río, un asesinato, incluso hay quien habla de haberse ido a vivir con los navajos sin dejar rastro. En 1996 se encontraron unos huesos que dieron por suyos, pero poco después se descubrió que pertenecían a un nativo americano, así que su desaparición hoy en día sigue siendo un misterio.



 

Volviendo al mundo de lo imaginado nos encontramos con el pequeño Nemo, “Little Nemo in Slumberland”, un comic extraordinario escrito a principios del s. XX donde un pequeñajo viaja cada noche desde su camita a mundos oníricos fabulosos, acabando cada una de las historias cuando se cae de la cama. He visto varias viñetas por Internet, y sólo su alto precio me impide hacerme con el comic original, aunque sé que algún día acabará siendo mío. Me parece una maravilla atemporal digna de ser leída por cualquier niño o adulto en cualquier momento. Por fin un Nemo que no lo pasa tan mal! A pesar de los coscorrones que se lleva cuando se cae de la cama.
El último Nemo conocido, aventurero como todos los anteriores, es el personaje de pixar que quiere librarse del abrazo protector de su padre y demostrarle que no es menos que nadie, a pesar de su mínima aleta lateral. Finding Nemo es, indudablemente, una de mis películas favoritas. Más allá de las peripecias del pequeño Nemo, la prodigiosa plasmación del mundo submarino, sus habitantes, sus cadencias y los movimientos sinuosos, hacen las delicias de cualquier enamorado del mismo. Yo quiero vivir dentro de esa película. Como anécdota sirva decir que la película es posterior a mi sobrenombre de Nemo, aunque al ser éste último el más popular, aún haya quien me identifique más con el pececillo que con el viejo y huraño Capitán, o el famoso héroe homérico.
Cinco Nemos. Cuatro de ficción, uno real. Todos aventureros. Algunos trágicos, otros enternecedores, todos pasando por dificultades, ninguno convencional.
No sé por qué me llamo Nemo. Me gusta que haya tan pocos Nemos y tan escogidos. Me gusta la sonoridad del nombre. Me gusta que signifique Nadie. Soy más yo cuando soy Nemo.


2 comentarios:

  1. Nunca supe que Everett firmó como Nemo sus pocas obras, tampoco de ese cómic tan antiguo y sorprendente.

    Gracias.

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  2. Merece la pena echarle un vistazo al comic, es una maravilla visual. Busca también un doodle dedicado a Little Nemo, tiene un par de años, te encantará.

    Saludos desde la Atlántida ;)

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