La maternidad
también era esto, y es una de las peores cosas de ser madre. El temor a que le
pase algo. El miedo a que sufra sin poder aliviarla. Saber que en tres días
operan a tu hija, y lo va a pasar muy mal. Y tú tendrás que hacer de tripas
corazón, distraerla, calmarla y consolarla, cuando lo que quisieras es lamentarte
y que te consuelen a ti.
Verla cada día
contenta, correteando y jugando, aprendiendo cosas nuevas, repartiendo besitos
por la calle y partiéndose a carcajada limpia con esa risa contagiosa de
cascabel que tiene, y saber que en unos días todo serán lamentos, dolores y
estar varios días hospitalizada, tumbada en una cama sin poder moverse ni salir
de la habitación, mirándote con ojos de corderito degollado y llorándote todo
el día para que su mamá lo arregle todo. Desear con toda tu alma que no la
operen. Y saber al mismo tiempo que lo
mejor que le puede pasar es que la operen, un doctor tan bueno y en un hospital
tan bueno, porque en otro lugar, en otro momento, habría acabado perdiendo un
riñón entre dolores, y el hecho de poder operarla es un privilegio al alcance
de muy pocos niños.
Tener un nudo en
el estómago de nervios por esa cosita pequeña y revoltosa que no hace más que complicarte
la vida, y que es tan maravillosa a la vez que no sabes ni cómo puede ser hija
tuya. Pequeña meloncilla...
Pd: edito tres meses más tarde para dejar constancia de que la operación fue un gran éxito. La niña no lo pasó mal la semana que estuvo hospitalizada, o al menos no lo exteriorizó, teniendo en cuenta que tenía año y medio y aún era incapaz de ocultar sus sentimientos, creo que es decir lo mismo. Estaba tranquila, sonreía al principio y reía después (cuando ya no le dolía al reirse), no hubo miraditas de cordero degollado, y lo mejor es que todo acabó pronto y bien. Tres meses y medio más tarde todo ha evolucionado bien, y tenemos incluso la esperanza de que no le queden apenas secuelas en el riñón. Lo que confirma que las madres tendemos a preocuparnos más de lo necesario por nuestrascriaturitas...
Pd: edito tres meses más tarde para dejar constancia de que la operación fue un gran éxito. La niña no lo pasó mal la semana que estuvo hospitalizada, o al menos no lo exteriorizó, teniendo en cuenta que tenía año y medio y aún era incapaz de ocultar sus sentimientos, creo que es decir lo mismo. Estaba tranquila, sonreía al principio y reía después (cuando ya no le dolía al reirse), no hubo miraditas de cordero degollado, y lo mejor es que todo acabó pronto y bien. Tres meses y medio más tarde todo ha evolucionado bien, y tenemos incluso la esperanza de que no le queden apenas secuelas en el riñón. Lo que confirma que las madres tendemos a preocuparnos más de lo necesario por nuestrascriaturitas...
Será duro y saldrá bien. Siempre es mejor, de todas formas, enfrentarse a los problemas antes de que estos se magnifiquen. Ese diagnóstico empeoraría con el tiempo, podría complicarse mucho.
ResponderEliminarSerá duro, sí, pero en breve verás a tu niña mejor incluso que ahora y compensará saber que está por completo sana.
Ánimo. Seguiré disfrutando de la lectura que has dejado.
Abrazos.
Eso quiero yo, que pase pronto y que verla reirse y corretear de nuevo pronto. Y sana por fin.
ResponderEliminarGracias.