jueves, 27 de junio de 2013

Digerir la vida


Por qué la gente me cansa y necesito estar sola no es un misterio para mí. Siempre he sido así, como tengo un color de ojos determinado. Lo que sí es un misterio para mí es que haya tan poca gente que lo entienda, o que puede sentirse identificada conmigo cuando cuento esto. O no está bien visto expresar este tipo de cosas, o los que piensan como yo están bien escondidos.

Siempre he necesitado mis espacios de soledad. No sólo para realizarme en distintos planos, plásticos o intelectuales, también e imperativamente para darle un par de vueltas a los principales aprendizajes del día, que pueden haber venido por algo que he leído, que me han contado, que me ha pasado, que me haya sorprendido, por alguna conclusión que he sacado, por distintas vías. No es algo consciente, no es algo que me proponga hacer, es que simplemente funciono así. Necesito un rato en soledad para digerir lo vivido.

Cuando estoy con gente, especialmente si estoy en ambientes con mucha gente a la vez (una reunión, una fiesta), me desubico fácilmente, me disperso mucho. Me siento llevada por una marea, me veo hablando de todo y nada a la vez con distintas personas, dejando conversaciones a la mitad porque la persona en cuestión es interrumpida por otra que llega, o se acerca alguien para saludarme a mí. Voy saltando de una persona a otra sin acabar de centrarme en ninguna, y literalmente me voy mareando. Sobre todo me voy sintiendo agotada, saturada. Aguanto más bien poco, el resto del tiempo tan sólo lo soporto. Todo lo que pase de una hora en este tipo de situaciones es demasiado para mí.


Sin embargo, eso no significa que no disfrute de la compañía. Disfruto saliendo con mis amigos, charlando con ellos, aunque también con ellos soy más de un tú a tú. Si tengo que participar en una conversación con varias personas, prefiero escuchar a participar. No es que me aburra, al contrario, cualquier cosa me interesa, es que me cuesta mucho seguir varios puntos de vista a la vez. Quizás tenga que ver con que soy una persona bastante empática y cuando alguien me cuenta algo, intento ponerme en el lugar de quien lo cuenta, en vez de quedarme simplemente con sus palabras.

Es por todo ello que, tal como empecé diciendo, la gente me cansa. No me pasaba tanto antes, antes de la Meloncilla podía ir a una fiesta o estar en una reunión con mucha gente, sabía que al final del día me esperaba la soledad en mi nidito y podría empezar a soltar lastre. Necesito estar sola y lo necesito a diario. Si no lo hago, la olla express que es mi cabeza se va llenando, y la válvula empieza a girar. Necesito cederle el turno a mi diálogo interior y debatir conmigo misma, para ir colocando cada cosa en su sitio, que todo encaje en mi manera de ver las cosas. Necesito estar sola para hacer la digestión de la vida, y que ésta me aproveche. Si no, llega un momento que pensamientos, charlas o vivencias sin analizar se van escapando de la cabeza sin dejar el más leve rastro en la memoria. Es así como explico el hecho de que cada vez me acuerde menos de cosas que me han pasado recientemente. No tengo tiempo de procesarlas, luego no las puedo fijar en la memoria. Necesito más tiempo. Más silencio. Menos gente a mi alrededor. Me da rabia porque esto que digo me hace parecer un ermitaño, una asocial, y no me siento así. Necesito ir más despacio, pero mi vida actual no me lo permite. De un tiempo a esta parte no consigo estar sola, y lo noto. Y eso hace que vaya pasando por mi vida sin poder procesarla:

"Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido. Evoquemos una situación de lo más trivial: un hombre camina por la calle. De pronto, quiere recordar algo, pero el recuerdo se le escapa. En ese momento, mecánicamente afloja el paso. Por el contrario, alguien que intenta olvidar un incidente penoso que acaba de ocurrirle acelera el paso sin darse cuenta, como si quisiera alejarse rápido de la que, en el tiempo, se encuentra aún demasiado cercano a él. En la matemática existencial, esta experiencia adquiere la forma de dos ecuaciones elementales: el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido" ("La lentitud", Milan Kundera)

Y es también uno de los motivos por los que ahora me cuesta tanto escribir, porque no tengo los pensamientos ordenados y no tengo ni encuentro ninguna idea o conclusión a la que llegar. Y es una lástima. Es como si hubiera perdido la facultad de ver la vida en colores.

9 comentarios:

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  2. Creo que yo también conozco a esa persona :)

    Totalmente de acuerdo. Como todas las medicinas, la soledad no conviene tomarla en exceso.

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  3. Hola, me pasarías tu mail? Lei tu articulo y me senti bastante identificada. :)

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  4. Claro! Lo tienes en mi perfil. loarlo@gmail.com. Un saludo ;)

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  5. Nunca me habia pasado esto leyendo lo que escribiste fue como si lo hubira escrito yo,me gustaria conocer a alguien asi en la vida real

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  6. Muy buen articulo, 100% de acuerdo.
    Me gustaria conocer a mas gente asi

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  7. Me identifico totalmente con esto, la soledad es necesaria para procesar todo, sin ella me saturo y me vuelvo irritable. Saludos

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. Buenas,

    como han llegado quienes comentan en este articulo hasta aqui?
    atravez del buscador?

    Yo en particular buscando un libro del Sacerdote Felipe Berrios:

    http://diario.elmercurio.com/modulos/merc_ag/digerir/ficha.htm

    Gracias.

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