Hoy tengo un día
sesudo, un día en los que mi cerebro pide a gritos aprender algo. Igual que hay
días en los que uno se despierta con ganas de actividad física, hoy mi cerebro
se ha despertado con ganas de actividad intelectual.
Así que me he
puesto a brujulear en la red, un comentario en una noticia de Menéame (dónde va la grasa cuando se quema, spoiler,
al final de todo el ciclo, las grasas se eliminan por el CO2 de la respiración),
en el que hablaba de la famosa serie “Érase una vez el cuerpo humano” (¡quiero
esa colección para mi sobrino T ya!), me puse a mirar contenidos didácticos para
niños sobre ciencias, di con algunos viejos libros de texto de los años 80,
desempolvé mis ganas de volver a estudiar los contenidos de cultura básica de
nuevo cuando la Meloncilla tenga que pasar por ellos (intentaré no hacer los
deberes con ella ni mucho menos “por” ella, pero sí quiero leerme los libros de
texto en ratitos para desempolvar conocimientos, aunque algo me dice que
acabaré cabreada más de una vez y más de dos), es increíble cómo se me han
olvidado todos los contenidos estudiados durante años como si de un viejo
idioma se tratara (también se hablaba del ciclo de Krebs en dicha noticia, y
confieso que me sorprendió enterarme que era algo que se estudiaba antes en
BUP. ¿Yo he estudiado eso? ¡Y yo estudié ciencias puras! Me inclino más a
pensar que lo memoricé, atrapada en mil tecnicismos y con el único objetivo de
aprobar, pero no lo entendía ni nadie se esforzó en explicármelo).
Siguiendo el hilo
de mis pensamientos, pensé que sería bonito intentar, si no cada día, por lo
menos frecuentemente, dedicarle un ratito a investigar, leer y desempolvar
algún viejo conocimiento para así poder aumentarlos (no me interesa tanto
incrementar mi cultura como mis conocimientos, esto es, saber más para poder
pensar más y entender más de qué va todo esto que llaman vida). Se me ocurre
que una las primeras cosas que me gustaría reaprender
son las fases de la Historia de España, desde la antigüedad hasta la era
moderna. Siempre he sido una desmemoriada y la historia ha sido mi punto débil
a la hora de estudiarla, etapas de la historia, culturas invasoras, reyes,
batallas, guerras y hechos históricos se mezclan en mi memoria sin orden ni
concierto, como un conjunto de puntitos dispersos en el universo de la “Historia”
en lugar de una línea sucesiva de acontecimientos. Y ocurre que, quizás por el
hecho de interesarme tanto la situación actual de crisis-estafa-guerra
económica que nos rodea, algo que sin duda aparecerá en los libros de historia del
futuro, unido con el hecho de estar leyendo la parte de la biografía del gran
Gila sobre la guerra civil (jamás pensé que ese hombre tuviera tanto que
contar, y tan bien contado, más que recomendable) y sorprenderme una vez más
con las chapuzas de los habitantes de este país incluso a la hora de hacer una
guerra, me entran más ganas de saber de dónde venimos, quiénes somos esos que
llamamos “españoles”, de qué adolecemos, e intuir a dónde nos dirigimos, en
lugar de dejarme llevar con el curso de los acontecimientos. La historia de
quiénes somos y de qué pie cojeamos me la sé de memoria en realidad, pero
necesito algo más que impresiones y
una serie de frases hechas grabadas en mi inconsciente (¿colectivo?) para poder
pensar con más profundidad basándome en hechos y datos.
En estas estoy
cuando le echo un vistazo general a la historia de España según la wikipedia, cuya
introducción empieza diciendo que “los primeros humanos llegaron al territorio
de la actual España hace 1.200.000 años”. Mis ganas de aprender se traducen hoy
en ganas de concretar, y no llega más adelante en la historia de España, se
quedan en esta frase. 1.200.000 años. ¿Eso es mucho o poco? Justo hace un
momento he leído una entrada del mismo blog hablando de ciencia.com en donde
hablan de que no existe eso que llamamos razas humanas, no hay nada en el ADN
de las personas que nos permita conocer su procedencia. Se pregunta J.Carlos
Vaqué ¿Existen las razas humanas? Pues
como todo depende de tu definición de raza, pero en realidad no hay
absolutamente ningún criterio, fuera de la apariencia física, que permita
conocer con exactitud el lugar de procedencia del ser humano. A
continuación habla que podemos encontrar una característica que en principio podría
considerarse propia de una raza en el ADN de una persona, por ejemplo, el alelo
1 para la alcohol deshidrogenasa característico en los caucásicos que nos
permite digerir “mejor” el alcohol que un esquimal o un africano, sin embargo
este mismo alelo 1 puede encontrarse en un asiático aunque no sea propio de su “raza”.
Luego, tal y como cuenta el autor del blog, podemos deducir que dicha persona es caucásica, pero la existencia de
dicho gen no es determinante, aún así nos conviene jugar con las probabilidades
para poder seguir avanzando en nuestras deducciones hasta llegar a un punto
determinante (como por ejemplo hace la medicina).
Y yo me pregunto
si esto es así, si de verdad no hay ningún criterio que permita conocer el
lugar de procedencia del ser humano, y me acuerdo de esas nuevas compañías que ofrecen
un análisis bastante completo de tu ADN por un módico precio (a cambio de que
tus datos figuren en un archivo internacional privado, que da bastante miedo
pensar en esto), en el cual determinan por un lado la probabilidad que tienes
de sufrir determinadas enfermedades hereditarias (un cáncer o una osteoporosis,
por ejemplo), y por otro lado, de qué línea genéticas provienen tus ancestros.
Lógicamente puede no ser una única línea genética sino varias (puedes venir de
una rama centroeuropea y de otra arábiga, por ejemplo), sin hablar de razas
sino de líneas genéticas de procedencias. Luego sí debe haber algo en el ADN que
determine la procedencia del ser humano, aunque no tan exclusivo o diferenciable
hasta el punto de llamarlo raza. ¿O no? ¿O es un timo de este tipo de
compañías?
Investigo hasta
dar con otro blog (interesantísimo, merece la pena leerlo) donde se habla del “mapa genético de Europa”, una “coctelera racial”, realizado observando 500.000
marcadores genéticos de 3.200 individuos (cuyos abuelos procedían del mismo país),
hasta dar con polimorfismos del
nucleótido simple o SNPs, afirma “Los
SNPs forman hasta el 90% de todas las variaciones genómicas humanas y no
cambian mucho de una generación a otra, por lo que es sencillo seguir su
evolución en estudios de poblaciones”. Entonces, ¿quién tiene razón? ¿O una
cosa no quita a la otra? No se habla aquí, por supuesto, de distintas razas,
sino de distintos haplogrupos ancestrales, sin embargo estos sí determinan la
procedencia del ser humano. Algo ha de quedar en el ADN. Y por lo visto el halogrupo
predominante en Europa occidental es el R1b, descendiente de los primeros
Cromagnones que poblaron Europa desde África, alcanzando presencia del 60% en
toda la península ibérica, y del 90% en el Pais Vasco y Navarra (“la raza vasca”).
Esos primeros pobladores subieron por Francia hasta Reino Unido, Irlanda,
Gales, etc, lo que quiere decir que estamos genéticamente mucho más
emparentados con los habitantes de estos países que con los italianos, por
ejemplo.
Mis pensamientos
me llevan a querer ver dónde surgió el hombre y qué edad tiene sobre la tierra,
para ver si ese 1.200.000 años del hombre en la piel de toro es mucho o poco
(al final va a resultar que demasiado bien está este país para la de años que
llevamos destrozándolo), y llego a unos pocos blogs que nos hablan de la
evolución del hombre, eso que niegan los creacionistas y que en diversos
colegios de los EEUU no sólo se niegan a enseñar, sino que se enseña como un “mito
desmontado”, despreciando a Darwin y todo el conocimiento científico desarrollado
a partir de este señor (museos del creacionismo). Empiezo a meterme en harina,
casi al principio de todo, hace 180 millones de años aparecieron los primeros mamíferos cuando la tierra aún estaba dominada por los grandes saurios.
Cuando estos desaparecieron hace 65 millones, los mamíferos que habían ido surgiendo poco a poco
se quedaron sin sus grandes depredadores y pudieron desarrollarse y
diversificarse pasando a ocupar el lugar predominante. Entre ellos destacaron
los primates, que son pequeños, nocturnos y viven en bosques, en las copas de
los árboles. Su cráneo empieza a crecer y su cerebro a evolucionar, dando lugar
a dos ramas de evolución: la de los homínidos y la de los simios (aquí viene
la primera duda, pues en ésta sitúa al chimpacé, orangután y gorila, sin
embargo en otra web se resalta que el chimpacé tiene más ADN en común con el
humano que con el gorila o el orangután, deduciendo que existe un antepasado
común de tan sólo 5 millones de años entre el hombre y el chimpacé, y que quizás éste no debería ser considerado un
simio más). Los simios se quedan en los bosques, los homínidos empiezan a salir
fuera a las praderas, hace 2.5 millones de años, a buscar nuevos alimentos. Empiezan a alimentarse de
pastos y juncos en las llanuras aluviales de lo que hoy es el desierto de Djurab,
un gran yacimiento de fósiles, y con ello empiezan a explorar nuevos
horizontes y a expandirse, dando lugar por primera vez a una diversificación
(nunca habían coexistido más de dos líneas a la vez y como mucho). Aquí me
encuentro con otra duda, en unos blogs se dice que de lo homínidos nace la rama
de los astrolopithecus (A.Robustus, A Afarensis; A.Africanus) y la del género
homo (h. habilis, h. erectus, h. ergaster, h. antecesor, h. sapiens
neanderthalis y h. sapiens sapiens u hombre moderno), y en otra, ilustrado por
la siguiente imagen , se da a entender que ambas ramas, astrolopithecus y género
homo nacen del antepasado común Astrolopithecus Afarensis.
Esto es lo bueno
y lo malo de internet: lo malo es que pueden encontrar muchas webs divulgativas
con datos incorrectos, y hasta con afán de confundir (el ejemplo de los museos
creacionistas de más arriba es de lo más ilustrativo), lo bueno es que hay
decenas, a veces cientos o miles de webs de cada tema que a uno se pueda
imaginar, y para saber más de un asunto o despejar una duda, sólo hace falta
seguir buscando un poco más y sacar uno mismo sus propias conclusiones. Por fin no hace falta que te cuenten, por fin podemos pensar. No sé de
cuánto tiempo más seguiremos disfrutando de una libertad tan grande como la que
nos proporciona Internet al formarnos e informarnos a todos y sobre todo, pero me
da que no demasiado, es algo demasiado poderoso como para que no lo veten antes
o después, por supuesto con la omnipresente excusa de la “seguridad
internacional”.
Investigando en
el ciberespacio estaba si el hombre actual proviene del astrolopithecus
afarensis o directamente de una línea de homínidos, mientras pienso en la
evolución de las especies, en nuestro parentesco más cercano de lo antes
imaginado con el chimpancé, y en qué etapa de la evolución del hombre llegaría
ese raciocinio que caracteriza al homo sapiens sapiens, esa consciencia del YO,
de la propia individualidad más allá del clan o el grupo social, si es algo que
sólo pudo producirse una vez el homo en cuestión tuvo medianamente resueltos
los temas de supervivencia (resguardarse del frío y los depredadores en cuevas,
las primeras herramientas, recolectar y guardar para cuando no haya, la caza),
o si quizás existió ya antes, por ejemplo en la rama de los homínidos, si el
astrolopithecus tenía esa consciencia, si alguna vez tenía algo parecido a
alguna reflexión, si alguna vez se preguntaban aunque fuera de manera abstracta
qué pasaba con sus familiares cuando morían, si a veces se sentían tristes y no
sabían por qué. Si no tenían capacidad de hablar, probablemente no la tuvieran
de materializar sus pensamientos y no pudieran hilar una línea argumental como
la que yo me estoy currado desde el principio de este blog, divagando por diversas
cuestiones. El lenguaje es lo que lo diferencia todo. ¿Y qué pasa entonces con esos animales, esos chimpacés, que pueden llegar a comunicarse con lenguaje de señas? ¿En qué punto de la evolución los colocamos?
Pasa como con mi meloncilla. Ahora que por fin está aprendiendo a
hablar, es cuando empieza a materializar sus pensamientos, estoy segura. Por la
noche cantamos juntas antes de dormir (ella balbucea vocales y fonemas, pero ya
entona la melodía de Twinkle twinkle Little star, y con bastante acierto), y yo
le cuento algún cuento en el que voy encadenando las distintas palabras que conoce, que
ella va repitiendo plácidamente mientras se queda dormida. Todo este vocabulario que vamos
ampliando poquito a poco le sirve para que vaya tomando conciencia de las cosas
y desarrollando su propia individualidad. Ahí se va viendo ese despertar a la vida consciente, cómo ya piensa. Por ejemplo, ahora tiene más recursos
sociales. Antes se limitaba a estar, luego a investigar objetos y observar las
reacciones de su entorno, ahora se implica,
llora cuando algo no le gusta, entiende la frustración que encierra un no, se
gusta cuando se prueba ropa delante del espejo, intenta escoger su propia ropa
(tiembla, Nemo, la que te espera), maneja con más o menos éxito la cuchara, pinta con rotuladores o
bebe directamente de un vaso que ella misma sujeta; da besos espontáneos para
expresar cariño, y también ha empezado a pegar cuando algo no le gusta. Son sus
nuevas herramientas. Cada novedad supone alejarse cada vez más del “monito” que
antes era, y para ella supone cada vez más reafirmarse y encontrar nuevas
herramientas para entender e interactuar en el mundo que le ha tocado vivir,
para bien o para mal.
Pues como
contaba, estaba buscando por la red información sobre el astrolopithecus
forensis cuando recibo un mail lleno de contenido sobre mi entrada Diario de un cuerpo, con bastantes reflexiones sobre la relación “cuerpo y alma”, el
cuerpo endemoniado por muchas sociedades y culturas, y endiosado últimamente
por la nuestra, tan carente de valores. El cuerpo como medio de llegar al alma,
como el camino para llegar a la trascendencia.
Dice Pedro: “Se podría hacer una asignatura de nuestra
interpretación física. Recuerdo los intentos de un racionalista como Descartes
para ubicar al espíritu en un enclave físico, en la glándula pineal, en este
caso, el contacto entre la sustancia corporal y la espiritual. El padre del
cartesianismo y el que dio origen a la palabra, precisaba de entender que el
espíritu por muy evanescente que fuera necesitaba de un anclaje”.
Y pienso en mi
meloncilla, cuando le pregunto “¿dónde está papi?” y señala a G “aquí”, ¿dónde
está mami?, y me señala a la cara “aquí”, y ¿dónde está Meloncilla?, y con
una sonrisa de satisfacción grita “¡aquí!” mientras se toca con el índice
la sien (el lóbulo frontal, responsable de algunas capacidades cognitivas exclusivas de los humanos o que en éstos están mucho más desarrolladas. Entre las funciones del lóbulo frontal se encuentran la de establecer la secuencia de movimientos del aparato fonador, el control de las emociones, la concentración, la planificación y anticipación, el control de la memoria.... ).
¿Quién le ha enseñado eso? Aún no sabe de cerebros ni de conexiones neuronales, no sabe de almas ni de Yos, y sin saber dónde está el cerebro, ella ha localizado inequívocamente su yo, escucha y localiza su voz interna por ahí dentro de su cabecita, ahora que cada vez va teniendo más vocabulario y va siendo capaz de articular frases de cuatro y cinco palabras (“está en la mesa”, “el búho y la estrella”, "no quiero"), pero de entender muchas más. ¿Qué tipos de pensamientos bullirán allí adentro? Tan rápido llega la consciencia, el YO? Aún le quedan dos meses para cumplir los dos años. ¿Es algo tan claro, que el YO esté dentro de nuestra cabeza, en una red de conxiones cerebrales, que hasta una niña de veinte meses lo puede ver? ¿Cómo aprender a conectar con él, cómo dirigirlo? ¿Con la meditación? ¿Cómo enseñarle? ¿Me enseñará ella? ¡Qué ganas de poder preguntarle cosas y que me responda!
¿Quién le ha enseñado eso? Aún no sabe de cerebros ni de conexiones neuronales, no sabe de almas ni de Yos, y sin saber dónde está el cerebro, ella ha localizado inequívocamente su yo, escucha y localiza su voz interna por ahí dentro de su cabecita, ahora que cada vez va teniendo más vocabulario y va siendo capaz de articular frases de cuatro y cinco palabras (“está en la mesa”, “el búho y la estrella”, "no quiero"), pero de entender muchas más. ¿Qué tipos de pensamientos bullirán allí adentro? Tan rápido llega la consciencia, el YO? Aún le quedan dos meses para cumplir los dos años. ¿Es algo tan claro, que el YO esté dentro de nuestra cabeza, en una red de conxiones cerebrales, que hasta una niña de veinte meses lo puede ver? ¿Cómo aprender a conectar con él, cómo dirigirlo? ¿Con la meditación? ¿Cómo enseñarle? ¿Me enseñará ella? ¡Qué ganas de poder preguntarle cosas y que me responda!
Creo que va a ser
más lo que me enseñe esta niña que lo que ella aprenda de mí. Lo único que está
claro después de una mañana tan llena de reflexiones es que, a los veinte meses
de parir, ya he dejado de tener un bebé, ahora tengo una niña.
Dicho lo cual,
vuelvo con mi astrolopithecus.
Pudiera parecerte que divagas pero creo que no es así.
ResponderEliminarEsa sed de conocimiento te ha derivado a los orígenes; esto es, al despertar de nuestra consciencia como especie y como individuo. Un tema de lo más fascinante. Hablas de España, de raza y de la “melona” (como cuesta llamar así), en realidad son los ejemplos que tienes más a mano.
Muchas de las cosas que lleva el artículo me la diste a conocer, como el ciclo de Krebs, y no sabes cuánto te lo agradezco, junto a los enlaces, pues comparto esos arrebatos por aprender.
Al hilo de lo que me suena o conozco, recuerdo lo mucho que me sorprendió el abandono del término raza a nivel científico, que somos idénticos y la variedad fisonómica se justifica como simple adaptación al medio. O que, la pobreza de algunos colectivos étnicos por deficiencias genéticas habría que descartarla o interpretarla precisamente al revés: es la pobreza y la miseria la que produce el atraso cultural.
Raza, Nación y Religión. Aquí están la triada de palabras por las que nos hemos masacrado en ese millón doscientos mil años y no sólo en este terruño. Las tres son creaciones culturales, artificiosas formas de crear un un enemigo, por lo tanto medidas de autoafirmación. Tal es nuestra fragilidad que para entendernos como grupo lo hacemos desde la diferenciación del otro.
Mucho más enternecedor es la conciencia de sí que comienza a tener tu hija. En lo personal siempre creí que comenzamos a identificarnos con un yo cuando vemos nuestro cuerpo y, en especial, cuando “descubrimos” la mano y con ella una potencialidad para cambiar el entorno o para crear. En ese aspecto tirar potitos y hacer garabatos sirven para rubricar el yo.
Pero, también, como dices el sonido, primero como llanto y después pergeñando palabras y dándoles un sentido.
Combinándolas: el comienzo de la imaginación. El nacimiento del carácter lo emparejaría con los orígenes de ella; no en vano somos cuanto soñamos.
¿Quién será ese Pedro?
Eso digo yo, ¿quién será?
ResponderEliminarMucha razón en lo que dices. Además, la Meloncilla me ha llevado a preguntarme muchas cosas sobre la evolución del hombre, y a darme cuenta de cuánto mal nos estamos haciendo a nosotros mismos y a la propia evolución cuando nos comportamos tan bárbaramente. El "homo sapiens sapiens" quizás habría podido evolucionar en "homo sapiens cum laude" si nuestros homólogos se estuvieran dedicando al avance de la Humanidad con todo el aprendizaje adquirido, y no a usarlo para la explotación de la gran mayoría. El futuro de la Humanidad estará en las crías que paran esa gran mayoría de miles de millones, y no en las crías de los explotadores, y sus creencias y modelos de comportamiento serán las que ellos están mamando ahora mismo. ¿A qué evolución nos están llevando? ¿Cómo no pensar sobre ello?
Gracias.
Soñar y sentir es lo que nos ha diferenciado y llevado a descubrir. Hemos cruzado el umbral del siguiente nivel de conocimiento y alumbramos el camino con preguntas que bien rescatas en esta publicación. Anoche soñé que explicaba la esclavitud del alma en el cuerpo a través de asesinatos de gente allegada. Me desperté y busqué "cuentos origen del hombre" y ahora leo sobre Pedro, ADN y tu bebé. Es asi, sentir y soñar nos explican qué hacemos aquí. Gracias, estupendo aporte.
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