jueves, 5 de septiembre de 2013

Como cada septiembre, comienzo de curso


Septiembre siempre huele a nuevo, a cuaderno por estrenar. Hay personas que pasan cuenta del año cada 31 de diciembre, los hay que hacen propósitos de Año nuevo cada 1 de enero, están los que nunca hacen recuento de sus debes y haber, y por último estamos los que seguimos con la costumbre, dura de arrancar después de tantos años de colegio y Universidad, de que cada Septiembre es un nuevo comienzo, y podemos tomar la resolución de que “este año será distinto”: atenderé más en clase, cuidaré mi letra en mis cuadernos, no emborronaré, haré los deberes a diario, no perderé de nuevo el estuche.

Caía en la cuenta el otro día, con mi hermana contándome que su vuelta a Munich aparecía como una nueva etapa en su vida, se lleva a mi canguro de au-pair, un nuevo curso que comienza, último de Kindergarten para M, segundo de colegio para T, y primero para toda la familia sin su padre, sin su marido. Una nueva etapa.
Yo empiezo el nuevo curso yéndome a las montañas, muy cerquita de los Pirineos, a un pueblito de diez casas y veintidos habitantes, dos semanas en medio de ninguna parte y rodeada de belleza con la meloncilla y con los que más quiero. Tengo un comienzo de curso de lujo, y me gustaría disfrutarlo. Así que aquí dejo mis propósitos de curso nuevo:

-          - Disfrutar de los paseos por la montaña, llueva o haga sol, dejando que la meloncilla camine tanto como quiera, y llevándola cuando no quiera en la mochila, con el regalo extra de los besos que me da en la espalda cuando le da el arrebato, sin que nadie se lo pida. Derretirme con ello una vez más.

-          Pararme a menudo para enseñarle a la melona los tesoros de los bosques y las montañas, al igual que este año conoció algunos de los de las dunas y la playa.

-          Observar sus ojos de concentración cuando intenta entender lo que digo, cómo lo repite, y el brillo en su mirada cuando lo ha entendido. No olvidarme nunca de esa mirada.

-          Meter a la meloncilla en mi cama por las mañanas cuando se despierta y dejar que me despierte salvajemente montando a horcajadas sobre mi y saltando de aquí para allá. Salir en pijama al balcón a respirar el frío aire de la mañana con la nena en brazos y volver corriendo dentro. Levantarme cada día con una sonrisa en la cara y preparar juntas su biberón.

-          Intentar no desesperarme cada vez que su exceso de energía en días de lluvia nos deje agotados intentando distraerla atrapados en una casa. Ser capaz de calmarme y llevarla a un estado más relajado, jugar con ella y enseñarle cosas

-          No quejarme tanto del cansancio, disfrutar de lo que la vida me pone por delante

-          Ser capaz de mantener la calma en los momentos de tensión y no entrar al trapo en las discusiones.

-          Querer y quererme más, cuidar menos y dejar que me cuiden más.

-          Leer mucho y paladeando las palabras, dejarme atrapar por un libro

-          Tener charlas con mis seres queridos

-          No planificar tanto, dejarnos llevar

-          No exigir que todo sea perfecto, disfrutar el momento y lo que nos ofrezca, disfrutar hasta de las agujetas.

-          No machacarme

-          Absorber toda la energía posible de las montañas.

A la vuelta comprobaré cuántos propósitos he conseguido cumplir y cuántos se han quedado en el camino. Son sólo dos semanas, no debería ser tan difícil…

Feliz septiembre a todos.

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