miércoles, 13 de febrero de 2013

La muerte y los niños - Der Tod und die Kinder



España: se muere de repente el padre de Carlitos y Martita, de 4 y 7 años. Los familiares deciden no decirle nada de momento a los niños para no traumatizarlos. Cuando empiezan a preguntar, les dicen que está de viaje, ya que su padre viaja mucho por trabajo. Al cabo de unos días de preguntas “y cuándo llega papá, y cuándo llega papá?” deciden contarle “la verdad”: su papá ha tenido que irse a vivir al Cielo y les ve desde allí, un día muy lejanos estarán todos juntos de nuevo.


Alemania: se muere de repente el padre de Karl y Marlene, de 4 y 7 años. La madre va a ver a un terapeuta que le enseña cómo informarles de la muerte del padre. Le cuenta que papá estaba muy enfermo pero no lo sabían, y tras unos días malito finalmente ha muerto, pero antes de irse les ha dejado un regalo a cada uno. Karl recibe un robot de piezas de Lego, y Marlene, una muñeca y un vestido de princesa. Los niños hacen sus preguntas y les responden a todo para despejar sus dudas y curiosidades.

España: empiezan los preparativos del funeral. Se decide por
unanimidad dejar a los niños fuera de ellos. Los mismos incluyen velatorio en el tanatorio, un edificio impersonal y gris, en una sala pequeña y cerrada, con gente entrando y saliendo de la misma. A los niños se les veta la entrada allí, aún no saben muy bien cómo entender la muerte del padre, la gente llora a su alrededor.

Alemania:  disponen y preparan el cuerpo de papá en la funeraria, en una sala grande y luminosa, acristalada y con vistas a un bosque. Está dentro del féretro, vestido con la ropa que mamá y los niños han escogido para él. Una mujer muy amable les habla a los niños y les pregunta si alguna vez han visto a alguien muerto. Karl responde que su abuelo Manolo murió cuando él tenía dos años, pero que él no lo vio (¿cómo puede acordarse?). La mujer le pregunta si han visto animalitos muertos antes y ambos dicen que sí, en el parque. La mujer les explica que tras la muerte el cuerpo va cambiando poco a poco, se va quedando frío y agarrotado, los niños tocan el cuerpo del padre y comprueban que está frío, van interiorizando la idea de la muerte. Cada uno le deja un dibujo a su lado. Después les pasan a una sala anexa donde se encuentra la tapa del féretro, en pino sin tratar, y les dan pinturas para ambos la decoren con dibujos. Marlene pinta, en su lado de la tapa, muchos corazones de colores rojos, rosas y morados, sus colores favoritos, y muchas flores. Karl dibuja un lago rodeado de árboles y una gran montaña, el lugar favorito de papá, y un balón de fútbol, su juego favorito. Escribe en la tapa “TE QIERO PAPA”. Hay algunas amigas de la madre alrededor animando a los niños y ayudándoles, que se lo pasan muy bien pintando, se oyen sus risas en todo el edificio, hasta llegan a bailar mientras pintan. Hacen muchas fotos de la tapa para guardarlas como recuerdo.

España: Al día siguiente se hace una misa de funeral y se traslada el féretro en comitiva al cementerio, un lugar feo y deprimente abarrotado de nichos y tumbas de mármol, flores secas y de plástico, donde se le da sepultura tras las palabras de un sacerdote. Se baja el féretro con cuerdas al hueco en la tierra. La gente llora. Algunos no han podido venir pues no se han enterado a tiempo. Por supuesto los niños tampoco son llevados allí.
 

Alemania: Karl y Marlene van con su madre a un bosque-cementerio a escoger un árbol a los pies del cual se enterrarán las cenizas de papá en una urna biodegradable, para que papá descanse en un sitio bonito a donde poder ir a visitarle. Recorren el lugar, lleno de verdes praderas y grupos de árboles, en un jeep. Karl y Marlene rechazan árboles jóvenes y escogen finalmente un abeto enorme y frondoso. Una plaquita de unos diez centímetros en el tronco recordará el nombre de su padre. Unas cuantas semanas más tarde se hará una ceremonia en recuerdo del padre para la familia y los amigos, que tienen que venir de lejos, para que a todos les de tiempo a organizarse y no falte nadie.

España: nadie pregunta a Carlitos y Martita cómo están, a veces les revuelven el pelo y les dicen “pobrecitos”, suspiran, todo el mundo susurra cuando están cerca. Los niños están confundidos al ver tanta tristeza alrededor, les sacan del colegio durante unos días. Los niños se vuelven silenciosos y tristes, lloran a veces y tienen rabietas.

Alemania: En la clase de Karl, les ponen a los niños una película sobre la muerte para enseñarles qué es y qué les pasa a la gente cuando muere. Nadie evita el tema delante de los niños. Un amigo le pregunta a Karl qué le ha pasado a papá y éste contesta de manera natural “se ha muerto”. “Y cómo se ha muerto?”, le preguntan. “Pues tenía de nacimiento una bombita aquí detrás de la cabeza y no lo sabíamos, y un día explotó y se le salió la sangre y se murió”. Karl está triste alguna vez pero ha podido despedirse del padre y va aceptando la nueva situación. Marlene ha dejado de preguntar cuándo viene papá, aunque ha subido a su cuarto y le ha pedido a mamá que le enseñe la ropa de papá aun en los armarios. Ambas han pasado un rato muy bonito viendo juntas su ropa, y después han visto videos juntos. Poco a poco van inventando un nuevo día a día los tres solos.
 Nos llevan años de ventaja.

5 comentarios:

  1. Muchos años, no sólo es el poso católico es la interpretación que se hace siempre la más cerrada y "purista" y cochambrosa.

    Gracias por este texto.

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  2. En España han convertido la muerte en algo feo, como feos son los tanatorios y cementerios. Menos mal que todavía nos queda el consuelo de la incineración y esparcir las cenizas donde buenamente nos venga en gana (o les venga a los nuestros), que vaya depresión pensar que el único destino que nos esperara fuera ser pasto de los gusanos en un hueco frío y húmedo en medio de tanto cemento y mármol deprimente...

    Siempre quise que esparcieran mis cenizas en el mar, a falta de una ley que permitiera meterme en una barca a la deriva, en una pira funeraria, a la manera de los antiguos marinos. Pero mira tú, la idea de descansar en un bosque frondoso, a ser posible de hoja caduca para fundirme con cada otoñó, se me antoja de lo más agradable...

    Gracias a ti.

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  3. Recuerdo la Casa de Bernarda Alba. Hace poco visité el Prado. De nuevo ese gran contraste entre la pintura costumbrista de centroeuropa tan festiva contra el tenebrismo o los hieráticos santos de aquí por las mismas fechas.

    Lo que tenemos por estos páramos es mucho representación teatral, mucho fingimiento, se interiorizan poco el dolor porque lo que prevalece es la imagen que se proyecte de él, el qué dirán, el plañiderismo y la angustia. Tal vez este sea el precio por ser una sociedad más dada a interaccionar socialmente.

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  4. Precioso post,sobre cómo contarles a los niños la muerte de algún ser querido.
    Y que diferencia en España los funerales y la muerte, es una pena.
    Muchas gracias por compartirlo

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  5. Cuando murió mi abuelo, mi sobrino tenía 2 años. Mi hermano lo llevó al tanatorio y al cementerio ante la sorpresa de la familia. Mi sobrino se paseaba entre las tumbas y mi hermano contestaba a todas sus preguntas.

    Un año más tarde, la hermana de mi sobrino (con apenas 3 meses) murió por un problema cardíaco. Mi sobrino ya sabía lo que era la muerte y asumió, con mucha pena, que su hermana ya no volvería más. Le hizo un dibujo y dejó su pato de peluche al lado de la urna con sus cenizas, que fue enterrada al pie del nogal que hay en el jardín de mis padres. En recuerdo, una azalea que florece en primavera, celebrando el nacimiento de nuestra pequeña A.

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