Por fin
he terminado La Caja Negra, de Amos Oz. Si hubiera tenido la oportunidad lo habría
leído de una sentada, ni una vez habría levantado la vista de las páginas. Dios
mío, este libro te atrapa, como una tela de araña.
Aunque
en seguida vi que no, que la tela de araña era la que los personajes iban
tejiendo a través de sus cartas, de unos a otros, mediante un lenguaje cargado
de sentimientos , lleno de rencor y heridas nunca cerradas, pidiendo explicaciones
a destiempo, lanzando reproches y acusaciones a la vez que declaran su amor y
pasión nunca superados, profiriendo gritos de auxilio, humillándose,
humillando. Quemando las naves en lo que parece ser la última batalla, pero
resulta ser una sublime partida de ajedrez. Me encantó la frase que alude a la caja negra
que pretende desenmarañar las causas del accidente, cuando ya es demasiado
tarde. Pero no he podido evitar tener en mente durante toda la novela un
tablero de ajedrez, e ir viendo, en cada nueva carta, mientras cada personaje
desarrollaba su estrategia con gran maestría, qué pieza representaba cada uno
en esta gran partida final.
La Dama
Negra, con un poder infinito intentando llegar hasta el Rey, implacable, peligrosa,
apasionada, usando todas sus armas, segura de su triunfo; su pérfido álfil (más
que bishop sería un rabino), la torre apisonadora que despliega todo su poder
actuando en nombre del Rey, un caballo saltarín alrededor del cual se fragua
toda la partida, y unos pocos pero logradísimos peones, todos van desplegando
su propio juego para intentar hacerse con el Rey, o con su fortuna. Donde uno
piensa que juegan negras contra blancas, y se acaba dudando de quién juega con
quién hasta el gran final
(OJO SPOILER!!!), donde el rey, enrocado en una comuna hippie, acaba debilitándose y perdiendo la última batalla, en brazos de su Dama (FIN DEL SPOILER).
(OJO SPOILER!!!), donde el rey, enrocado en una comuna hippie, acaba debilitándose y perdiendo la última batalla, en brazos de su Dama (FIN DEL SPOILER).
Ha
habido fragmentos que me han golpeado e impactado, que me han hecho sentir el
dolor con el que hablaba el personaje, tan vivos que parecían reales.
Su gran
principio:
Querido Alec: Que no
hayas destruido esta carta al reconocer mi letra en el sobre prueba que la
curiosidad es más poderosa que el odio. O que tu odio necesita carne fresca.
La entrega sin reservas a pesar de todo:
Pero tú eras y sigues
siendo mi marido. Mi dueño y señor. Para siempre. Y en la vida después de la
vida Michel me tomará del brazo y me conducirá al tálamo nupcial para mi
ceremonia matrimonial contigo. Tú eres el señor de mi odio y mi anhelo. El
dueño de mis sueños nocturnos. Rector de mi cabello y mi garganta y la planta
de mis pies. Soberano de mis pechos, mi vientre, mis partes íntimas, mi matriz.
La añoranza de lo cotidiano:
Las luces de urgencia
proyectan su palidez sobre mí. Es una espectral luz de mercurio, como las que
se utilizan en los quirófanos. Te amé una vez y había una imagen en mi
cerebro: tú y yo en una noche de verano
sentados en el porche de nuestra casa de cara a las colinas de Jerusalén y el
niño jugando con su mecano de madera. Copas de helado de frutas sobre la mesa.
Y un periódico que no leemos. Tú bordas un mantel y yo estoy haciendo una
cigüeña con una piña y astillas de madera.
Esa era la imagen. No
fuimos capaces. Y ahora es tarde.
Tantos y tantos fragmentos que me han impactado, y me han
hecho volver atrás de nuevo para releerlos de nuevo. Hacía tiempo que no me
pasaba algo así con un libro. Si he tardado tanto en acabarlo ha sido por eso.
Este es un libro que incita a detenerte en alguno de sus pasajes, volver a
leerlo de nuevo lentamente, saboreando cada palabra, y que no se puede leer en
medio de cualquier sitio, expuesta a ser interrumpida una y otra vez por unos y
otros, haciendo que te pierdas alguno de sus numerosos detalles.
Pero no pondré ningún fragmento más. Para ello tendrás que
leerlo.
Pues habrá que hacerse con él, caramba, me atraparon los fragmentos y tu entusiasmo. No he leído nada de Amos, conozco "en lo más profundo del bosque" pero sin leerlo.
ResponderEliminarGracias.
Es lo primero que leo de él, y tal y como dije la persona que me lo recomendó, dudo que pueda leer algo de él que lo supere.
ResponderEliminarHazte con él, Pedro, lo vas a disfrutar.