Me asombra
Internet. Me encanta la fuente de conocimientos tan grande que es. Sé que hay
gente que entra en internet sólo para leer y enviar mails, otros para conectar
con los amigos en chats y redes sociales, quizás para jugar online con otras
personas, conocidas o no, los hay que la usan para bajarse una película o el
último disco de Lady Gaga, para sacarse un billete de avión o reservar un
hotel, y cómo no, Internet is for porn.
A mí todo esto me
parece como el que utiliza un libro para calzar una mesa: un desperdicio.
Internet es el
agujero negro de las mentes inquietas. En el momento que necesitas información
sobre cualquier cosa, basta con coger un portátil, una tablet o un smartphone con conexión a la red (esto último hace que la herramienta más útil del mundo pueda ir con
nosotros a cualquier lado), teclear una pregunta o una temática, y en cuestión
de décimas de segundos obtener la respuesta que buscabas. Hasta qué punto no
estará este recurso presente en mi vida, que mentalmente divido mis
interrogantes entre los que internet puede resolver y los que no. Estos
últimos, aquellas preguntas que no se responden por Internet, son las que
demuestran ser las más importantes, las que me identifican como persona, las
que más duele no poder resolver: cómo hacer para superar la
muerte de un ser querido. Por qué me ha dejado mi novio. ¿Me conviene seguir
con esta situación? ¿Debería dejar mi trabajo actual? Cómo hacer para
proteger a mi hija de todas las amenazas que la rodean. Cómo educarla
correctamente. Cómo ser una buena madre. ¿Cómo hago para encontrar un trabajo?
¿Qué debería ser de mayor? ¿Cuánto tiempo más podré disfrutar de mi madre? ¿Estaré
desperdiciando los mejores años de mi vida? ¿Hay alguna amenaza a la vuelta de
la esquina?
A nada de eso
contesta la red. Supongo que los tarotistas se congratulan por ello. El hecho
es que estoy tan acostumbrada a que Internet tenga respuesta para casi
cualquier pregunta que tengo, que cuando no encuentro la que busco, la desazón
es doble. Me siento mucho más que perdida.
Pero quitando ese
tipo de dudas, Internet es el manantial que alimenta el conocimiento, las ideas
y la creatividad. Me encanta irme de viaje y poder consultar previamente la
historia, curiosidades, idiosincrasia, gastronomía, rutas para pasear, recomendaciones
de tiendas y restaurantes del sitio donde voy a ir. Antes existían las guías de
viaje, pero el apartado de sitios donde ir cambia demasiado a menudo como para
que sean completas. No merecen la inversión a menos que las quieras guardar de
recuerdo (ahí está la colección de la Lonely Planet de mis viajes, de los
tiempos previos a los smartphones). Prefiero comprar un buen libro de
fotografía de París o de Historia del Antiguo Egipto a la vuelta del viaje, que
no es cuestión de cargar con ellos.
Al otro lado del
conocimiento, se encuentra el que no arroja utilidad a corto plazo, pero sin
duda son la mejor inversión para la mente. Recuerdo cuando en el colegio
estudiábamos Historia y siempre deseaba poder llegar al siglo XX y que alguien
me explicara ese clima que había en España, esa situación tan especial de la
que hablaban los telediarios. Qué había pasado en el tiempo de mis padres. Pero
todo se reducía a una guerra que había habido, un régimen dictatorial de 40
años, y una transición a la democracia. El siglo XX resumido en una línea. Para
saber más busque en los libros, les quedaba por decir. Hoy, además de haber más
libros sobre el tema, puedo navegar (palabra perfecta) por montones de páginas
de historia, hemerotecas, programas y videos a la carta, versiones desde uno y
otro lado de la barrera, para empaparme del tema hasta decir basta. Y es que
alguna vez tienes que decirlo, pues la fuente de material es inagotable. Lo mismo me pasaba con religión, de qué van esas otras religiones? En qué consiste el islamismo? Qué predica el Corán? De dónde viene el judaísmo, qué tradiciones y creencias lo forman? Cómo se clasifica el budismo y el hinduísmo dentro de las religiones? Gracias a Internet he podido informarme hasta saciar esas curiosidades.
Cuando de niña buscaba
alguien que me explicara cómo se creó el Universo, nadie sabía ir mucho más
allá del Big Bang. El conocimiento estaba mucho menos avanzado, pero los pocos
libros que se encontraban sobre el tema estaban escritos desde un punto de
vista demasiado técnico, o yo no sabía encontrar los que me explicaran en
palabras comprensibles para mí la respuesta que yo buscaba. Ahora hay libros
maravillosos que puedes encontrar gracias a que son recomendados en las páginas y portales temáticos por los que navegas, que puedes
comprar si quieres ampliar los conocimientos que te ofrece la red. Es un sueño.
Descubrí el
maravilloso mundo de los fractales y del Mandelbrot o el conjunto de Julia gracias a Internet. No me
imagino cómo podría haberlo descubierto si no es a través de la red. Mandelbrot
es como un gran caleidoscopio con el que distraerse en mundos infinitos de
fractales con un ritmo y orden perfectos, ininteligible para nuestro cerebro
limitado, pero no por ello lo dejamos de ver. Parece magia.
Siempre me ha
gustado hacer labores. Los trabajos repetitivos en los que se avanza poquito a
poquito, sin prisa pero sin pausa, sin dificultad, hasta obtener un gran resultado
que casi nos cuesta entender de dónde ha salido. El año pasado conseguí cumplir
un deseo, aprender a hacer ganchillo o crochet, como lo queráis llamar, gracias
a mil videos y tutoriales que hay en la red. Estupendos y descriptivos todos ellos. La
colcha de grannys square que le hice a la meloncilla, o mi chal crescent moon
son pruebas de mi aprendizaje de crochet online. También he aprendido a hacer mermelada.
Internet me enseñó a pintar con
acuarela (bueno, esto último tengo que perfeccionarlo un poco más). A retocar
fotografía con photoshop. Blogs y páginas donde te enseñan a escribir. A
gestionar el tiempo. PNL. A meditar. A mejorar la técnica nadando o hacer una
tabla para llegar a correr largas distancias. A aprender alemán de negocios. A dibujar con
vectores. A dejar de fumar. A arreglar una cisterna. Ajedrez. A tejer
amirugumis. A hacer un comic con mis fotografías. A tocar la batería (vale,
tampoco he llegado a ser Bonham, pero un profesor particular no me habría
enseñado mucho más y me habría costado una pasta). Es interminable la de cosas
que he podido aprender gracias a Internet. Mi agradecimiento no tiene límites.
Últimamente, con
el descubrimiento de Pinterest, paso las horas muertas viendo fotos y cogiendo
ideas de tomas que estimulan mi interés: artesanías con cristales de mar (seaglass)
y madera de deriva (driftwood), librerías y cuadros para la habitación de la
meloncilla, muñecas artísticas (son obras de arte multidisciplinarias que se pueden
llegar a cotizar a más de sesenta mil dólares), patrones de crochet, y a través
de los patrones he descubierto que esos garabatillos geométricos que siempre me
han gustado tienen un nombre en la red: zentangle (o también doodle). Ahora me relajo un rato al
día tirando líneas y copiando patrones (ya llegaré a crearlos), y he empezado
un art journal que espero poder continuar.
Los fractales, el crochet, los zentangles... al final, con todo lo anárquica que soy, resulta que me gustan los patrones. De alguna manera me dan paz.
Me encantaría que existiera una red social tipo Pinterest, donde cada persona pudiera tener su colección de tableros donde colgar los enlaces de interés que hallara sobre los temas que le apetezcan, tanto links a páginas y portales que se van actualizando, como artículos que quieres rescatar en un momento dado y no quieres que se pierda cuando la página ya no se encuentre (creo que hay algo llamado memoria caché que sirve para eso), blogs que sueles consultar por sus recomendaciones o contenidos, canales de youtube sobre el tema en cuestión, también fotos o archivos de sonido, incluso foros interesantes sobre el tema. Poder a la vez poder entrar en otros tableros de personas con el o los mismos intereses que uno mismo para ver sus contenidos. No tengo donde organizar tanto conocimiento como voy encontrando y que me gustaría poder consultar en el futuro, de tantas temáticas diferentes. Me pasa un poco como este blog: yo soy un compendio de todas esas cosas, demasiado polifacética para guardar una línea monotemática.
Me encantaría que existiera una red social tipo Pinterest, donde cada persona pudiera tener su colección de tableros donde colgar los enlaces de interés que hallara sobre los temas que le apetezcan, tanto links a páginas y portales que se van actualizando, como artículos que quieres rescatar en un momento dado y no quieres que se pierda cuando la página ya no se encuentre (creo que hay algo llamado memoria caché que sirve para eso), blogs que sueles consultar por sus recomendaciones o contenidos, canales de youtube sobre el tema en cuestión, también fotos o archivos de sonido, incluso foros interesantes sobre el tema. Poder a la vez poder entrar en otros tableros de personas con el o los mismos intereses que uno mismo para ver sus contenidos. No tengo donde organizar tanto conocimiento como voy encontrando y que me gustaría poder consultar en el futuro, de tantas temáticas diferentes. Me pasa un poco como este blog: yo soy un compendio de todas esas cosas, demasiado polifacética para guardar una línea monotemática.
Estoy segura que
sería un bombazo.
Qué bien expuesto.
ResponderEliminarPodriamos llamar vida a todo aquello que Google no puede responder :) Dentro de poco, valiéndose de la inteligencia social, lo mismo ni eso. Me gusta el enfoque, Internet es una poderosísima herramienta que está cambiando nuestras vidas de manera tan poderosa como la tele en los 60, ha vertido sus raices en todos los campos y a todos les está dando la vuelta y adaptándolos a su realidad, al amor, a las compras, a la música, a los juegos. Nada parece escapar a su influjo, si bien como aseguras, todos tenemos un uso limitado de su potencialidad inmensa.
Internet para los autodidactas y para la gente con sed de conocimiento es un caudal inagotable. De ahí la importancia de estar enfocado, de aprovechar muy bien el tiempo porque con tantas variables la posibilidad de distraerse es exponencial. A mí, que me encanta buscar cursos online y aprender desde la red, lo siento ya como una extensión de mí.
Saludos.
Obviamente, sería ingenuo pretender que uno puede aprovechar todas las oportunidades que ofrece la red. Esto sería como querer hacer aprovechar nuestro cerebro al 100%: imposible. Cada cual decide qué es lo que le interesa del gran banquete que es la red. Es sólo que para mí, el conocimiento volcado ahí es como el plato principal. El resto no son más que chucherías, aperitivos...
EliminarPensar que nosotros ese conocimiento no lo teníamos tan accesible, había que ir a una biblioteca o librería y encontrar el/los libros en cuestión, mientras que ahora lo llevamos en el bolsillo, es una cosa; pensar que hay muchos jóvenes en el mundo con acceso a Internet que pueden usarlo para desarrollar su potencialidad, un maestro virtual para todo aquel que tenga una conexión accesible, es como estar acabando con el hambre (de conocimiento) en el mundo. Sin duda, la Red pasará a la historia como uno de los grandes inventos de la humanidad.
Y sin embargo nunca fue intuida, me refiero a su descubrimiento. Tengo una colección de Salvat de finales de los 70 dedicada precisamente a las grandes temáticas actuales y futuras de la humanidad, desde viajes espaciales a fosas abisales. Ni como concepto individualizado ni dentro de los ordenadores, la irrupción de internet y su radical transformación de las cosas fue presentida.
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