jueves, 27 de junio de 2013

Digerir la vida


Por qué la gente me cansa y necesito estar sola no es un misterio para mí. Siempre he sido así, como tengo un color de ojos determinado. Lo que sí es un misterio para mí es que haya tan poca gente que lo entienda, o que puede sentirse identificada conmigo cuando cuento esto. O no está bien visto expresar este tipo de cosas, o los que piensan como yo están bien escondidos.

Siempre he necesitado mis espacios de soledad. No sólo para realizarme en distintos planos, plásticos o intelectuales, también e imperativamente para darle un par de vueltas a los principales aprendizajes del día, que pueden haber venido por algo que he leído, que me han contado, que me ha pasado, que me haya sorprendido, por alguna conclusión que he sacado, por distintas vías. No es algo consciente, no es algo que me proponga hacer, es que simplemente funciono así. Necesito un rato en soledad para digerir lo vivido.

Cuando estoy con gente, especialmente si estoy en ambientes con mucha gente a la vez (una reunión, una fiesta), me desubico fácilmente, me disperso mucho. Me siento llevada por una marea, me veo hablando de todo y nada a la vez con distintas personas, dejando conversaciones a la mitad porque la persona en cuestión es interrumpida por otra que llega, o se acerca alguien para saludarme a mí. Voy saltando de una persona a otra sin acabar de centrarme en ninguna, y literalmente me voy mareando. Sobre todo me voy sintiendo agotada, saturada. Aguanto más bien poco, el resto del tiempo tan sólo lo soporto. Todo lo que pase de una hora en este tipo de situaciones es demasiado para mí.